viernes, 13 de abril de 2018

Comentarios a "Masonería y librepensamiento, ¿una antinomia?", de Víctor Guerra.


Creo conveniente realizar unos comentarios referentes a la entrada del blog Masonería Siglo XXI, del Hermano Víctor Guerra, titulado "Masonería y librepensamiento, ¿una antinomia?". Puede accederse al artículo clicando sobre la imagen.



Este artículo muestra muy bien la perspectiva atea de la Masonería, propia de una cultura francesa donde las libertades y el progreso se han construido en contra de la religión, pero muy distinta a la perspectiva británica, que es donde al fin y al cabo surge la Masonería. En realidad, el artículo construye el argumentario sobre la tesis "para ser librepensador hay que ser ateo". Creo conveniente realizar algunas matizaciones desde la perspectiva de la Masonería Regular. Voy a comentar brevemente tres párrafos. Creo que con eso será suficiente

Sin olvidar como indica Joaquim Villalta que hay una Masonería de Tradición no dogmàtica heredera de la esencia ideológica y filosófica generadora inicial de 1717, plasmada en 1723 constitucionalmente y que se mantiene en vigor aún hoy en día tras su traspaso casi inmediato en la Europa continental del XVIII.
He de comenzar diciendo que Joaquim Villalta es un encanto de hermano, generoso, bienintencionado y con más virtudes que no cito. Y rogaría que esta afirmación que acabo de hacer respecto a él no se interpretase como un mero recurso retórico, sino que lo digo con la mayor sinceridad. Sin embargo, siempre me ha llamado la atención ese reflejo por parte de la Masonería que acepta a ateos de considerarse heredera de los Modernos, y ello por un sencillo motivo: Anderson, Désaguliers y compañía jamás habrían aceptado a un ateo en la logia, y ello por dos razones:

1) Para los protestantes que crearon la Gran Logia de Inglaterra (los Modernos, para entendernos), un ateo no podía ser salvo. El gran lema de la Masonería anglosajona "Making good men better" (haciendo mejores a los hombre buenos) debe entenderse a la manera protestante de la época, según la cual solo son susceptibles de perfectibilidad los ya salvos, lo que excluye a los ateos.

2) En la cultura anglosajona la idea de Dios va unida a la de libertad, mientras que la idea del ateísmo va unida a la opresión ideológica y al totalitarismo. Esto sucede porque en el contexto de habla inglesa las libertades políticas se han conseguido como primera derivada de las libertades religiosas (a diferencia de Francia, donde libertad política y religión estaban enfrentadas). La tolerancia ideológica vino como hija de la tolerancia religiosa. Esta asociación de Dios y Libertad es algo que se percibía bien en la Guerra Fría. Para el inconsciente colectivo anglosajón, el hecho de que el Comunismo fuese ateo y prohibiese la práctica religiosa no era más que la prueba del nueve de que era una doctrina creada para tiranizar al ser humano. Un fenómeno muy curioso donde se nota esta diferencia es el de los Irlandeses Unidos, que se dio en Irlanda en 1798. Palabras como "igualdad" o "república" eran patrimonio de los católicos, mientras que la Francia revolucionaria que les mandó tropas de apoyo promulgaba la Diosa Razón como concepto opuesto a la fe. Esta actitud conciliadora de fe y razón es extensiva a otras facetas. Creo que es un caso paradigmático el de Charles Darwin, cuya teoría de la evolución fue tildada de quimera de un ateo blasfemo por la Iglesia Católica Romana hasta que le "perdonó" Juan Pablo II, pero al que los anglicanos no tuvieron problema en enterrar directamente en la anglicana abadía de Westminster.





Pero volviendo al tema de Antiguos y Modernos, la lucha ideológica entre ambos era entre dos conceptos distintos de la exigencia de creer en Dios. En el caso de los primeros porque la Iniciación mística exige una fe ardiente, y en el caso de los segundos, porque aunque se buscase una fe fría y latitudinaria, más racionalista si se quiere, estos no concebían que un ateo pudiese ser salvo, como ya hemos mencionado. Ambas corrientes se fusionaron, de manera forzada y un tanto imperfecta, en 1813, ganando los Antiguos en la parte ritual pero permaneciendo el carácter ilustrado de los Modernos, lo que ha dado lugar a una tensión soterrada pero no resuelta que provoca los borbotones de heterodoxia que de cuando en cuando le salen a los Grandes Oficiales, como Julian Rees (más antiguo) o John Hammill (más moderno).


A esto del librepensamiento, se ha dedicado con amplitud un hombre como Pedro de la Llosa con un libro excepcional, como es La razón y la sinrazón. Introducción a una historia social del librepensamiento.

Es un texto que creo que debiera de estar en todas las estanterías de las logias y en los distintos gabinetes de los masones, el cual define el librepensamiento como algo que implica dos nociones fundamentales, «la del pensamiento como actividad racional, y la de libre como ruptura de las ataduras con las que la sociedad o más bien las autoridades, rodean y retienen la actividad racional- y para no confundirlo o que nos confundan con Spinoza, Voltaire, o Russel.

O lo que es lo mismo, si quieres ser librepensador no puedes pensar que exista Dios porque se supone que Razón y Dios son ideas opuestas. En realidad lo que los Modernos hicieron fue introducir la idea de razón dentro de Dios. Fue en el seno de los Modernos donde se introdujeron ideas como la del Gran Geómetra del Universo, imágenes recurrentes de Dios como un intervencionista benévolo, una concepción mecánica del universo, la introducción de la medida y la cuantificación que se aprecia en el Segundo Grado de York y Emulación, cierta obsesión con la simetría y los modelos, o la descripción de una mecánica ética que reflejase la que había en los cielos.

Personalmente considero que imponer como condición para ser librepensador el ser ateo es como obligar a alguien a ser comunista si quiere considerarse un experto en Economía. Desde que el hombre es hombre el gran debate intelectual ha sido el protagonizado entre el espiritualismo y materialismo, que ya aparece en Parménides y Heráclito, y cuya expresión más sublime se dará con Tomás de Aquino y Averroes, aunque no fuesen exactamente coetáneos. En la Masonería esta divergencia aparece ya en el principio, con los Manuscritos Regius y Cooke, y actualmente entre la Masonería regular e irregular. En realidad, adjudicar la condición de "libre" a una de las partes no deja de parecerme una trampa del lenguaje. Con razón previene Pedro de la Llosa contra el devoto panteísta Spinoza, Voltaire, o Russell, pues son exponentes de que su idea es equivocada. Imagino que le desagradaría la definición que Russell ofrece del librepensador:
Lo que hace a un librepensador no son sus creencias sino el modo en que cree. Si las cree porque sus mayores le dijeron que eran ciertas cuando era joven, o si las sostiene porque piensa que, en caso de no hacerlo, sería infeliz, su pensamiento no es libre. Pero si sostiene sus creencias porque, tras un examen cuidadoso, descubre que la balanza de la evidencia se inclina a su favor, entonces su pensamiento es libre, independientemente de lo extrañas que puedan parecer sus conclusiones.
Bertrand Russell, El Valor del Librepensamiento.



Por tanto, me rechina bastante cuando oigo hablar desde ciertas perspectivas masónicas de Librepensamiento, porque no es una cosa sinónima, sino más bien antinómica, por mucho que al buen Gran Maestro Óscar de Alfonso le gustará alcanzar la prestigiosa cabeza rectora de una hipotética Universidad del Librepensamiento.
Estamos en lo mismo. Alguien ha decidido lo que hay que pensar para poder ser libre de pensamiento. "Si quieres pensar de manera libre has de pensar lo que yo quiero que pienses, si no, no estás pensando con libertad". El problema es que esto se puede vender dentro de la Masonería irregular. Pero no a los que la inventaron, que fueron los británicos, guste o no.

En realidad, creo que hay mucha manipulación del lenguaje. He visto venir a demasiados hermanos a refugiarse en la Gran Logia de España, provenientes de obediencias que alardeaban de ser un paraíso de librepensamiento pero en las que no tenías sitio si no comulgabas con la línea oficial de pensamiento, y he visto también como hermanos expulsados de la Gran Logia de España por querer convertir su logia en una cheka socialista acabaron recalando en esas obediencias que tanto dicen amar la libertad para allí dar gritos a la república, y proclamar el ateísmo que escondieron cuando juraron en falso para entrar en la GLE. En fin, que cada uno crea lo que quiera, aunque no le guste a los que quieren definir en qué debe pensar un librepensador.